Para muchos de nosotros, el mes de enero es el momento de detenerse y reflexionar, hacer un balance del año pasado y comenzar a definir nuestros buenos propósitos para el año nuevo.
Cómo hacer (y lograr) tus propósitos de año nuevo
Antes de todo, te aconsejo contestar a algunas preguntas que te servirán para reflexionar sobre el año pasado.
a) En una escala de 1 a 10, ¿cuánto estás satisfecho con el 2018?
b) ¿Cuáles son las razones por las que crees que tu 2018 vale esa puntuación?
c) ¿Cuáles son los principales logros que has conseguido este año?
Para algunas personas, estos tipos de preguntas, en realidad bastante simples y banales, pueden ser particularmente desafiantes, ya que nos invitan a enfrentarnos a nosotros mismos. Pero hacer un análisis de este tipo es muy útil porque nos permite analizar de manera objetiva la manera en que hemos utilizado nuestro tiempo, nuestros recursos y capacidades.
En particular, nos ayudan a analizar lo que más nos importa y a definir en cosa deberíamos centrarnos en el futuro.
Y ahora la pregunta más importante:
d) ¿Cuáles son los principales objetivos que quieres lograr el próximo año?
Establece tus metas, define lo que pretendes lograr en el próximo año e identifica qué resultados, una vez obtenidos, te permitirán asignar un buen 10 al final del próximo año.
e) ¿Cuáles son los sueños que quieres lograr?
Más de la mitad de todas las resoluciones normalmente fallan. ¿Sabes por qué?
Muchas de tus resoluciones fallan porque no son las correctas. Y una resolución puede ser incorrecta por una de estas tres razones principales:
- Es una resolución creada en función de lo que otra persona (o sociedad) te está diciendo que cambie.
- Eres demasiado vago
- No tienes un plan realista para lograr tus propósitos.
f) ¿Cuáles son, entonces, los pasos que tienes que hacer para alcanzar tus objetivos?
Tus objetivos deben ser:
– Específicos.
Tu resolución debe ser absolutamente clara: en vez de decir “’Quiero perder peso” pregúntate “¿Cuánto peso quiero perder y en qué intervalo de tiempo?”
– Mensurables.
Esto puede parecer obvio si tu objetivo está relacionado con la condición física o la pérdida de peso, pero también es importante si está tratando de realizar algo diferente.
Registra el progreso en un diario o toma notas en tu teléfono para medir tus progresos.
– Realizables.
Esto no significa que no puedas tener grandes objetivos. Sin embargo, tratar de dar un paso demasiado grande o demasiado rápido puede dejarte frustrado o afectar a otras áreas de tu vida. Entonces, si tu objetivo necesita más tiempo para ser realizado con éxito, descomponlo en objetivos intermedios. Concéntrate en pequeñas victorias para que puedas progresar gradualmente.
Por último, recuerda siempre recompensarte en el camino. Por cada pequeño resultado positivo que hayas alcanzado, es importante obtener una pequeña recompensa.
Muchos de los cambios que queremos lograr son a medio o largo plazo y casi todos los propósitos realmente importantes requieren esfuerzo. Por eso es importante celebrar cada uno de tus pequeños éxitos durante todo el año.
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